¿Por qué te cuesta ir a terapia psicológica?

Spoiler: Pensaste que podrías hacerlo por ti mismo pero no tienes todas las herramientas, sorpresa !! pero ten calma, no eres tan responsable de sentirte bien como tu crees 😉

Si mirás los datos de salud mental en nuestro país nos encontramos con un panorama no excesivamente positivo.


Un 27,4% de las personas que acuden a atención primaria es por un problema de salud mental:

  • 6,7 % con trastorno de ansiedad.
  • 4,1 % con trastorno depresivo
  • 5,4% con trastorno del sueño.

Así hasta ir completando el mapa de la salud mental en España.


Es decir, que en España no siempre nos encontramos bien emocionalmente y en muchos casos ese malestar nos causa el sufrimiento suficiente como para que se convierta en un trastorno.

Sin embargo, no siempre la disposición de las personas a acudir a terapia es receptiva. De hecho, los estudios muestran que pedimos poca ayuda en comparación con el porcentaje de diagnósticos que tenemos.

Entonces, ¿qué esta ocurriendo?

Una razón importante que no tiene tanto qué ver con la actitud de las personas hacia la terapia es la evidente falta de recursos con los que cuenta el Sistema Nacional de Salud. La responsabilidad sobre este factor obviamente no es de las personas, pero seguramente nuestra disposición a ir a terapia podría ir cambiando si las y los profesionales de atención primaria tuviera los recursos asistenciales necesarios para derivarnos a las y los especialistas en psicología clínica sin que tengan que pasar meses entre la derivación y la primera cita. Este factor institucional no sólo no contribuye si no que aleja al paciente de la idea de ir a terapia.


Por otro lado, en las consultas de psicología muchas veces oímos la siguiente conclusión:

“Pensé que podía hacerlo yo pero no soy capaz de afrontarlo sin ayuda” 

Esta frase, que por un lado podríamos ver como positiva porque visibiliza la normalidad de no siempre poder hacer las cosas a nivel individual, también refleja otra idea que sobrevuela en nuestras cabezas:

“Tengo que ir a terapia porque no estoy siendo capaz, no se afrontar la vida”

Y esto refleja un sentimiento de culpa e incapacidad que explica porque a veces tardamos tanto en acudir a consulta.

Nadie pensaría que tiene que afrontar la vida sin ayuda después de una rotura de fémur, un diagnóstico de colon irritable o un eccema que avanza por nuestro cuerpo. En esos casos, acudimos a la o el especialista que sea, nos pauta o receta un tratamiento y no nos sentimos ni incapaces ni culpables.

Simplemente entendemos que es lo mejor para nuestra salud y hacemos lo que nos recomiendan sin sentirlo como una pérdida de capacidad o de poder.

Pero esto no pasa con la salud psicológica, ya que nos sentimos mucho más responsables de nuestra salud mental que de nuestra salud física.

¿En qué sentido?

Si no tengo una salud emocional “buena” hay algo que no estoy haciendo bien o que no estoy sabiendo solucionar. Soy responsable de mi “mala salud emocional” ya que debería saber sentirme bien.

En realidad, en muchas ocasiones acudir a terapia no tiene que ver con la debilidad, la incapacidad o la falta de fuerza de voluntad. En ocasiones, nuestros procesos emocionales se desregulan y se descompensan lo suficiente como para empezar a darnos la lata.

La persona que experimenta esto no tiene por qué saber qué es lo que está haciendo para que ocurra y sentirse así, igual que no tenemos por qué saber qué alimentos podemos tomar con un colon irritable y alguien especialista deberá de contárnoslo; o no pretendemos rehabilitarnos a nosotros mismos cuando nos operan de la rodilla.

Normalmente afrontamos la vida, con más o menos dificultad pero la afrontamos. Solucionamos antes o después y manejamos las cosas que nos van viniendo.

Cuando algo no funciona de forma saludable en nuestro mundo emocional no tiene que ver con falta de habilidad o recursos de afrontamiento, si no con falta de conocimiento sobre nuestro funcionamiento psicológico el cual tiene que ser provisto por un profesional técnico.

El paciente no tiene por qué saber qué conductas o respuestas están provocándole un síntoma u otro, ya que no hay conductas correctas o incorrectas; sólo hay funcionamientos que en ocasiones son más o menos útiles para la salud.

Por lo tanto, dejemos de hablar de los problemas de salud mental como una cosa de débiles, sensibles o personas que no tienen buena autoestima. Esto produce un efecto de rechazo frente al hecho de ir a consulta que lejos de generar más sensación de fortaleza en la persona que no pide ayuda, suele agravar el problema y generar más complicaciones.

Si no te dejas una caries durante dos años sin solucionar,
¿por qué lo hacemos con nuestra ansiedad?