Entendemos como problemas de adaptación todas aquellas dificultades emocionales que se generan como consecuencia de un proceso de ajuste a una situación nueva. Un cambio de trabajo, un momento evolutivo complicado, la jubilación y algunos ejemplos más podrían definir a qué nos referimos. Este tipo de problemas pueden derivarse también, de haber vivido experiencias estresantes o traumáticas como robos, accidentes o agresiones.

Cuando estamos ante un proceso de adaptación, solemos experimentar sensaciones como inseguridad, ansiedad, o sentirnos inquietos e incluso tristes por lo que dejamos atrás. En ocasiones, percibimos que nuestras ideas respecto al mundo o nosotros mismos ya no son tan firmes como antes. Aunque estas emociones son normales y necesarias en un proceso así, en ocasiones pueden traer consigo consecuencias más graves como insomnio, falta de apetito, bajo estado de ánimo o bloqueo.

Desbloquear nuestros recursos de afrontamiento ante estas situaciones es una tarea esencial para afrontarlas de la mejor forma posible, y es el principal objetivo de terapia a tener en cuenta ante este tipo de problemas. En los casos donde además, se ha dado un evento traumático o estresante, será necesario favorecer un procesamiento adecuado de lo sucedido para que no genere mayor sufrimiento a la persona.